Conscientes de la importancia como sector estratégico, de su contenido económico, ambiental, social, cultural, territorial y patrimonial con Castilla-La Mancha, la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos considera que la nueva ley de la Viña y el Vino es una ley necesaria por estos factores, además de las características específicas en nuestra región.
El consejo de gobierno de Castilla-La Mancha aprueba el proyecto de ley de la Viña y Vino, norma que, según UPA, tiene que marcarse como objetivos atender los problemas del sector en la región y atender las expectativas de futuro del mismo. «El sector se tiene que renovar permanentemente para ser competitivo. Asimismo, se debe vertebrar el sector con un Comité Regional Vitivinícola y facilitar la creación de una organización interprofesión regional, como órgano de encuentro y gestión de todo el sector; «una petición histórica de UPA».
La ley de la Viña y el Vino debe ser una herramienta que potencie la promoción, diversificación y comercialización de los productos que salen de la uva; se debe apostar y proteger FENAVIN, una feria internacional del vino de España, que ya es patrimonio de la región, y el evento más importante en torno al vino que se celebra en el país. Por otro lado, la nueva norma debe de dar la protección jurídica que se pueda plantear; una ley que debe adaptarse a los cambios de la normativa y los programas europeos, especialmente en lo referente a la Intervención Sectorial del Vino.
Desde la organización indican que la ley debe de servir para marcar los pasos para avanzar en la mejora de la calidad de las producciones: grado boumé mínimo, rendimientos de producción de uva y también de vino. Se deben proteger y potenciar las figuras de calidad. Hacer nuestros vino más competitivos y un mayor valor añadido: vino de finca.
Por otra parte, se debe fortalecer la cadena alimentaria, dándole transparencia, promover un mejor reparto del valor, y, por supuesto, garantizar que se cubren los costes de producción de los viticultores. La ley debe ser una herramienta eficaz para garantizar la trazabilidad al producto final que consume el viticultor, así como una herramienta seria y sólida contra el fraude, «con sanciones ejemplarizantes. Que no se quede solo en el papel, la normativa que desarrolle a partir de esta ley debe ser eficaz para conseguir los objetivos de todo un sector.
A ello se le une, finalmente; que se debe poner en valor y hacer una apuesta decidida por el viñedo tradicional de secano, «de baja producción y muy buena calidad, muy arraigado a nuestra tierra».